miércoles, 10 de julio de 2013

COMENTARIOS Y RESPUESTAS AL TEXTO DE ALETHEIA «EXIGENCIAS ÉTICAS PARA UNA NUEVA POLÍTICA» (II)

Continuamos con el debate habido acerca del texto "Ética y trabajo en relación a una política basada en la libertad y la justicia", que se ha ido publicando en este blog (partes I, II, III, IV y V). Introducimos la pregunta II y su respectiva respuesta o réplica elaborada por Francisco Almansa, autor del trabajo original anteriormente citado:

CUANDO LA ÉTICA ES RELATIVA.
 George GroszEl entierro de Óskar Panizza (1917)
2.- En relación a: “Así que la transparencia, la moralidad exigida no están directamente ligadas a mi ética, o a una supuesta ética política, sino a las reglas, normas, leyes…, que conviene cambiar o adaptar en función de los problemas que la sociedad pone en evidencia (desahucios, corrupción...). Además, mi ética puede estar en desacuerdo con los valores sociales vigentes”.

Respuesta: Los valores que predicó, por ejemplo, Cristo, no estaban de acuerdo con los vigentes de su tiempo, de ahí que «exigiese» a los que «voluntariamente» querían seguirle, que tuviesen un comportamiento fundado en un conocimiento más profundo del alma humana, válido para uno y para todos.

Si la ética solo me vale para mí, entonces las relaciones sociales están moldeadas conforme a un puro concepto instrumental; sin embargo, como el individuo ha de vivir en sociedad, resulta que ha de someterse a unas relaciones instrumentales que, como tales, siempre responden a la consecución de unos fines. Pero si los fines no son éticos, esto es, no responden a las exigencias de lo que somos en tanto que seres que aman, piensan, deciden, etc.…, es que entonces somos meras piezas de la máquina social cuyas claves de funcionamiento estarán en manos de los llamados tecnócratas, y no es casualidad que son los que más se benefician del oficio.

Los problemas de desahucios, corrupción, etc., no son problemas técnicos sociales, sino la consecuencia de la relativización de los valores éticos debido a las desigualdades de poderes económico y político entre individuos y entre estados, que necesitan ser enmascarados bajo conceptos que excluyan del análisis los valores referenciales y constitutivos de la ética: Justicia, Libertad, Bien, Mal, Igualdad, Verdad,..etc.

 Balthus, La partida de naipes (1948-50)
Los engaños de las subprime de las financieras de EEUU que inundaron el mundo de bonos basura no son un problema técnico, aunque sí un problema social, evidentemente, y al ser un engaño por el cual se trataba de obtener ganancias produciendo pérdidas a otros, es una cuestión de pura ética. Nada de esto tiene que ver con costumbres sociales, leyes, normas, etc., pues las leyes lo prohíben; las reglas y las normas se han de atener a las leyes, y las costumbres, aunque puedan ser equivocadas, se basan en la presunción de verdad de las mismas.

El único referente por el cual el hombre contemporáneo puede defender su libertad y su dignidad frente a la complejidad inducida por la artificialidad de gran parte de sus relaciones, debida a su vez al enmascaramiento de las relaciones vigentes de poder, es la Ética; pues por ella puedo juzgar, no sobre “contabilidad creativa”, “eficiencia del mercado” y así un largo etcétera, pues sobre esto puedo entender poco o nada, sino en relación a comportamientos que humanizan o deshumanizan, que es en última instancia lo que nos interesa a todos y sobre lo que sí debo entender.

Conforme a lo anterior, a mi parecer, ante la pregunta de qué es ético, la respuesta no puede ser otra que aquello que nos humaniza. Pues como humanos necesariamente tenemos que tener mucho en común, y pretender tener una ética relativa solo a mi subjetividad significaría, por interés que se tenga en la propia excelencia, el que como humano nada tengo en común con los otros humanos, excepto la sensibilidad que me predispone a la solución de problemas que se suponen comunes, pero que al no afectarme en el mismo grado, nuestras actitudes frente a los mismos no van a coincidir con la misma intensidad. De aquí la exigencia de una ética de la fraternidad o aquella que puede sacarnos de nosotros mismos, por alta que sea la excelencia que personalmente se haya alcanzado. Y este sacarnos de nosotros mismos no es sino la plena toma de conciencia de nuestra radical contingencia sin los otros.

El problema de las éticas subjetivas es precisamente este: el olvido de que nosotros en absoluto nos hemos dado el Ser, y en eso somos radicalmente hermanos.

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