viernes, 18 de enero de 2013

Introducción al primer debate del Ciclo: Análisis del capitalismo: construyendo alternativas (Córdoba, La Tejedora, 12 de enero de 2013).



Rosa Mª Almansa Pérez. Profesora Universitaria de Historia Contemporánea.

Organiza: Asamblea 15 de Mayo Bulevar Córdoba.

En primer lugar, cabe decir que en el capitalismo la fuerza de trabajo es una mercancía que se compra y vende libremente. Mientras que en el esclavismo o el feudalismo la fuerza de trabajo como mercancía estaba sujeta a más trabas, en el capitalismo se precisa como nunca de la igualdad y la libertad formales para lograr la libre concurrencia en el mercado.

Se define, además, por la lógica de la reproducción ampliada del beneficio. Es decir, el empresario o capitalista pretende siempre obtener más de lo que pone. Por lo tanto, resulta un sistema incompatible por definición con los sistemas de reproducción simple (en los que se obtiene un producto equivalente al capital invertido, aunque ello no excluye mejoras en la productividad, por ejemplo para cubrir los aumentos de población o mejorar las condiciones de trabajo). En consecuencia, puede afirmarse que su esencia misma es la especulación: no se produce fundamentalmente para que los bienes sirvan para lo que están principalmente ideados, para que cumplan principalmente su función, sino para obtener siempre más de lo que se ha puesto (es la lógica de “dar” para, fundamentalmente, poder “tomar”). Pero que, puesto que requiere ineludiblemente de la propiedad privada de los medios de producción, resulta que especula sobre todo con la necesidad del otro.

Producción de diamantes para el mercado.

Como se ha adelantado, la reproducción permanentemente ampliada del beneficio necesita la plena disponibilidad permanente de los recursos productivos, y, por tanto, de la libertad e igualdad formales para la generación de competencia, sin las cuales no es posible aquélla. Es la competencia permanente la que genera, en este sistema, los incentivos necesarios para el aumento constante de la productividad que permita la captación de la ganancia o el beneficio. El capitalismo, pues, no solo se fundamenta en el egoísmo personal –al que requiere como motor-, sino que, paradójicamente, se basa en la creación constante de falta, en la carencia (ya sea objetiva o subjetiva), posible por el sistema de competencia, para un incremento permanente del consumo. Así pues, se produce el resultado de que a pesar de la superabundancia de medios de producción (como nunca antes en la historia), al encontrarse éstos acumulados en pocas manos, se produce permanentemente escasez relativa, tanto de trabajo como de mercancías. 

Producción de necesidades subjetivas.

Por otra parte, la reproducción ampliada del capital, mantenida por el sistema de competencia permanente, hace que el imperialismo sea un fenómeno consustancial al capitalismo, tanto para el logro de abundante mano de obra barata, para la conquista de mercados que den salida al aumento constante en la producción de mercancías como para garantizarse el suministro barato de materias primas. Todo ello trae consigo el requerimiento de la ruptura de identidades personales y colectivas allí donde se implanta (y, por lo tanto, la imposición de visiones fragmentadas, parciales del mundo, en contraposición a las visiones culturales, de carácter holístico y dotadoras de sentidos ricos y envolventes).

El capitalismo encuentra, además, en el sistema político de la democracia burguesa o formal su marco ideal para su óptimo desenvolvimiento y autolegitimación. En ella el individuo se encuentra crecientemente aislado subjetivamente, en permanente competencia con los otros, y en este contexto se agostan los proyectos colectivos, subsumidos en un fin global y omnipresente en torno al cual se tejen las llamadas “reglas del juego” o sistema del “consenso”: la “eficiencia” y el crecimiento económico.

El País, Forges (10-2-15)
 Por otra parte, la desigualdad de intereses en el sistema de trabajo social conduce a la especialización, no solo en el trabajo, sino en nuestras posiciones relativas en la sociedad. Se crean, así “mundos diferentes”; es decir, se potencia la fragmentación de la experiencia –que se hallan divorciadas e inconexas unas de otras, haciéndose imposible el entendimiento, aunque sí el “pacto” o el contrato-, impidiéndose, pues, una experiencia compartida y global.

Con todo ello se escamotean los auténticos patrones de realización económica para que el trabajo social sea uno y no existan contradicciones o antagonismos entre partes. ¿Cuáles son tales patrones? A nuestro modo de ver los siguientes:

-La afirmación óptima de la fuerza de trabajo y la realización vocacional del ser humano. Únicamente con ello se permite el afloramiento de las verdaderas diferencias entre las personas (singularidades personales, no elitismos ni falsas identidades “personales” que son, en realidad, fenómenos de masas).
-Afirmación óptima de la vida natural, permitiendo su autorregeneración.

El capitalismo, como todo sistema social, posee una determinada forma dominante de autoidentificación humana, es decir, una forma de concebir o entender al ser humano. Ello explica el maridaje perfecto que se ha producido entre el capitalismo y el sistema de pensamiento postmoderno, forma ideológica del capitalismo desarrollado y decadente. Así, se impone la idea de un ser humano aislado, con proyectos siempre concretos, localizado, incapaz de visiones holísticas o globales que integren armoniosamente las partes que las constituyen. De esta forma, las visiones parciales de la realidad se convierten en absolutas, hasta el punto de producirse el totalitarismo de la parte sobre el todo.

El sistema implica, pues, la competencia permanente entre las partes (naturaleza contrapuesta a sociedad, capital contra capital, campo versus ciudad, trabajador@s contra trabajador@s, etcétera). Todo esto lleva en última instancia a la destrucción de la vida, que supone que la afirmación de cada parte implica la afirmación de las demás (sistemas ecológicos, cuerpo humano, trabajo cooperativo…).

1 comentario:

Anónimo dijo...
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